lo que alguna vez alguien sintió por mi:
Solía ser casi todas las veces yo excepto cuando lograba dejar la piel y salir volando, don divino que no duraba más que unos segundos, apenas el tiempo suficiente para elevarme unos metros y caer bruscamente. Solía ser yo la mayoría de las veces, sobretodo cuando descubría mi reflejo en la vidriera de alguna juguetería y me veía sonriendo como un nene. Disfrutaba ser yo mismo cuando lograba olvidarme de mi, cuando ya sea por mera distracción o por rutina, me acostumbraba a cargar con mi cuerpo y solamente caminaba, fumando a veces, por callecitas solitarias. Me gustaba sentarme en los bares y dejarme llevar, escuchar la música, criticarla y, de tanto en tanto saludar a uno de esos personajes que compartían mi soledad. Me entretenía darme consejos a mi mismo, putearme de la cabeza a los pies y decirme “yo te dije que esto iba a ser así”. Sobrevivía … y de pronto cuando te conocí tenia que pensar en otras cosas, cerrar los ojos e imaginar el aroma de los jazmines o asomar la cabeza por la ventaba para no terminar vomitando el corazón. Me pasaban cosas que no respondían a un orden y no se amoldaban a mis leyes, por primera vez desde hacia un largo tiempo no controlaba lo que sentía. ¿Mariposas?, me niego a llamarle “mariposas en el estomago”, las mariposas, a diferencia de esto que quiero expresar, viven tan solo unas horas y en el mejor de los casos, unos días. Podría simplemente intentar explicar lo que es la belleza pero, no solo que volvería siempre al mismo punto donde me encuentro ahora sino que, además, se sentiría cada vez más estúpido. Podría hacer el discurso más coqueto y adornarlo con flores y abejas, podría perfumarlo y llenarlo de sol… en fin, podría estar horas y horas armando una explicación lógica, poética o al menos creíble de lo que es la belleza, pero se que todo se desmoronaría y vendría abajo en el mismo momento en el que te aparezcas delante de mi, porque eso es la belleza, es encontrarle solución a cualquier inconveniente con solo verte, es arreglar el problema de mis temblorosas manos apoyándolas apenas en las tuyas o hacerme fuerte con solo escucharte.
Hoy puedo afirmar que, gracias a Dios, existe un Dios que cree en mi.
eso fue todo, buenas noches.