Una que teje.
Una que lee.
Una que acaricia.
Muchos que duermen.
Yo que no tengo en dónde sentarme, estoy muy cansada y haciendo equilibrio. Así paso por una villa que en patio de una casa tiene tirado un cartel gigante de Master Pizza, ahí me acuerdo de Sá. Mucho más.
Estoy más que bien, sonrío del corazón y todo me da pálidas, pero me siento tan feliz.
El mal humor solo me agarra cuando me arrepiento de no haber hecho nada, de que la noche ya pasó y yo creo que no me di cuenta que me miraba de frente.
Vengo cansada y pensando que voy a tener tiempo para acomodarme en la almohada; pero me tocan timbre y ahí estoy: firme para quien este afuera.
Salgo a seguir el olor para saber en dónde estás. Te encuentro y me hago más chiquita de lo que soy, me pongo roja y no soy capaz de mirarte a la cara; me hago un poco la boluda (pero no para pasarla bien, es solo porque me podes). Trato de sacar foto con la mente para no volver a olvidarme.
Ya estoy hablando mucho de vos.
Hoy dormí, pero me desperté y te llamé. No había nada para decir, por eso colgué.
Me tomo mi tiempo y te dejo de pensar. Estoy muy feliz.
Espero no perder más tiempo y por fin animarme a hablarte y no solo mirarte.
No te hagas el tonto, ya sé que me querías ver, sé qué estudias, sé dónde estudias, sé dónde vivís.
Sé que me querés volver a ver.
O solo soy yo, que vivo presa de mi ilusión.